Asesoramiento y Terapia Psicológica

Artículos, comentarios y noticias de Psicología

domingo, 25 de marzo de 2012

¿A qué tienes miedo?

El miedo es una emoción universal. Todos en algún momento de nuestra vida lo hemos sentido. ¿Quien de nosotros no se ha encontrado paralizado, sin saber qué hacer? ¿Cuántas veces nos hemos percibido indefensos ante situaciones sobre las que creíamos no tener ningún control? Todos, sin excepción, lo hemos experimentado. Por consiguiente, no se trata tanto de decir “tú sientes miedo y yo no”, “yo soy fuerte, tú cobarde”, de lo que se trata es de la frecuencia, de la intensidad con la que lo sentimos y sobre todo cómo nos conducimos ante él.
Como casi siempre, el camino para superar el miedo es saber mirarlo de frente, sin escaparnos. Cada vez que lo evitamos, en el momento que miramos para otra parte nos estará ganando la batalla. Tolerar el desasosiego que nos produce, perder “miedo al miedo”, es nuestra baza. Al enfrentarnos a él pierde su entidad y aprendemos a combatirlo.
Aunque el miedo es universal puede, sin embargo, encarnarse de muy diferentes formas:
Algunas personas sienten un miedo atroz al fracaso, “a no ser nadie”, como si eso fuera posible. En ese afán de encontrar un “alguien especial” se pierden una y otra vez en el camino. Nunca están satisfechos, siempre hay que ser algo más, se pierde el placer de disfrutar de uno mismo.
Uno de los problemas más importantes con el que nos encontramos es con la distancia que existe entre ese “Yo ideal” y el “Yo real”. He aquí el germen de los trastornos de ansiedad que llenan las consultas de psicología, el estrés, la ansiedad, los miedos, todos comparten  esa disonancia entre el uno y el  otro, porque esa distancia se hace para muchos insalvable, por mucho que corras tras él,  más se aleja.
Cuando nos queremos dar cuenta nos hemos pasado la vida  corriendo en pos de un ideal escurridizo, se ríe de nosotros, resulta difícil de alcanzar. Además, se corre el riesgo de, “si mira tu por donde alguna vez crees que lo has alcanzado, te des cuenta que no te gusta, te sientas atrapado en una piel que no eres tú” ¿y ahora qué?
  No nos damos cuenta de que caemos en una espiral donde, cuanto más creemos acercarnos al “ideal”, más nos alejamos de nosotros mismos. La huida de nosotros nos conduce a sentirnos perdidos, hay que darse cuenta de lo que somos, y desde aquí, desde nuestras limitaciones, intentar mejorar aquello que podemos mejorar, desde aquí, cambiar aquello que podamos cambiar, desde aquí, desde la realidad de lo que somos, es de donde podemos construir una realidad mejor.
ARpsicologia

¿Por qué no me quiero?

Alicia Reyes

Aunque parezca paradójico hacerse esta pregunta es el primer paso para empezar a quererse.
¿Por qué no me quiero?, ¿eres tú una de esas personas que se ha dado cuenta de que hace o deja de hacer cosas que le dañan?, y te has preguntado ¿por qué?, ¿qué me impide valorarme más? ¿qué me hace convivir con esa parte de mí que me hace constantemente daño? la respuesta, aunque obvia, no deja de extrañarnos: APRENDIZAJE.

•Los condicionamientos del pasado no necesariamente marcan el futuro.
Algunas personas habrán tenido un entorno hostil.  En ese ambiente es difícil adquirir confianza en sí mismo. Sólo puedes sobrevivir. Siempre recordándote lo que haces mal, cómo debes comportarte: “así no vas por buen camino”, “no sirves para nada”, “no tienes remedio”. A pesar del mucho tiempo que haya podido transcurrir, estas palabras pronunciadas por algún miembro significativo de tu entorno se fijan en tu memoria de tal modo que aunque luego pasen los años siguen ahí frescas, como el primer día. ¡¡Vaya memorión que tenemos para este tipo de cosas!! No importa que hayas sido una estudiante estupenda, no significa nada que seas una excelente persona, no importa que tus amigos te quieran, nada importa, ante cualquier pequeño error que cometes, ante cualquier contrariedad resuenan insistentemente, el pasado se hace presente y aquí está para recordarte que sigues siendo aquel niño/a al que hay que reprender “por su bien”.

Bien, pongamos las cosas en su sitio, eso no significa que tengamos que echar la culpa a nadie. Probablemente, muchas de las veces que esto ha ocurrido ha sido por el propio aprendizaje de nuestros mentores. ¿Sabían ellos hacer otra cosa?, ¿pensaban que era lo mejor para ti?, Ellos también son víctimas de su tiempo, de las normas, de la moral, prisioneros de su propia educación.
Dejemos la culpa que no nos lleva a ningún sitio. Si buscamos culpables, terminaremos encontrándolos pero ¿qué habrás solucionado. La culpa nos impide avanzar, no somos libres para ver con objetividad y cuando esa culpa esta dirigida hacia afuera, lo que nos crea es resentimiento, pero seguiremos ahí, sin solucionar lo importante. Nuestro objetivo ha de ser sentirnos dueños de nosotros mismos, sin que esas “voces del pasado”, sigan dirigiendo nuestras emociones, nuestras acciones, nuestras vidas. Aunque una persona haya tenido que sufrir los excesos y condicionamientos de otros en el pasado,  eso no quiere decir que tenga que seguir siendo así los próximos 30 años. Tú puedes cambiar eso, YA.
Empecemos a hablar en términos de responsabilidad, y la mayor, la primera y fundamental, es hacerte feliz.
•La protección excesiva nos hace creernos débiles e incapaces.
 Otras personas quizás, habrán tenido un ambiente radicalmente distinto. Habrán estado tan protegidas, “todo por tú bien, claro está”, que no habrán tenido la oportunidad de demostrarse lo mucho que valen. La protección excesiva es a todas luces perjudicial. El hombre está hecho para caer y levantarse y en este proceso aprender, pero ¿qué ocurre cuando este proceso se  bloquea?,  el niño está tan protegido que no puede aprender a valorarse, y poco a poco va minando la confianza en sí mismo, “yo no puedo sólo”, “me gustaría, pero yo no sirvo para eso”, “necesito a alguien para ser feliz”. Ese convencimiento de minusvalía emocional va instaurándose hasta que resulta muy difícil descubrir el valor que tenemos por el simple hecho de ser personas, algo inalterable, algo innato, algo que nada ni nadie te puede quitar, ni tan siquiera tú.
El exceso de protección corta las alas, te hace sentir indefenso, débil e incapaz de afrontar los problemas que tiene la vida, eso refuerza constantemente la sensación de que tú solo/a no puedes hacerle frente,  se hace necesario confiar en alguien “mas fuerte que tú”

Aunque es normal para todo ser humano tener un cierto grado de dependencia de los demás, no tenemos que llegar al extremo de que sean otros los que piensen y decidan por nosotros. Cuánto más se depende de los demás, menos posibilidad tenemos de ser uno mismo. Cuánto más se dejan las decisiones a los demás, menos oportunidad tenemos de aprender. Esta actitud hace que estemos a merced de ellos, y ¿qué ocurre con nosotros cuando “ellos” desaparecen de nuestra vida? No tener control sobre nuestra propia vida es una de las prioridades que tenemos que afrontar con valentía, porque te aseguro que TÚ PUEDES. Me gustaría hacerte una pregunta: ¿Quieres?
•Sin errores seguiríamos en las cavernas.
Otras muchas personas, ante cualquier pequeño error, se recriminan constantemente por haberse equivocado. ¡¡qué horror!! no debería haberme equivocado ¡¡soy un fracaso¡¡. Y ahí está la culpa otra vez, LA CULPA, acompañante fiel, siempre recordándonos que nos somos perfectos. ¡¡Qué terrible!!

¿Por qué te resulta tan insoportable un error?, ¿lo has pensado bien? ¿Qué ocurriría si el ser humano no cometiera errores?, pues algo muy sencillo y escalofriante, que seguiríamos en las cavernas.
El ser humano es hoy quien es gracias a esos “benditos errores”, -ensayo y error-. La humanidad no podría haber avanzado si no hubiera aprendido a equivocarse, nada de lo que conocemos existiría. ¿Por qué nos equivocamos?,  ¿somos tontos de remate?, NO. Nos equivocamos porque no somos perfectos, nadie lo es. Qué fácil resulta luego decir “tendría que haber hecho esto o aquello”  claro, a toro pasado es muy fácil, pero entonces no disponías de la información que tienes ahora, y nos olvidamos de lo realmente importante: que si nos fijamos bien estamos aprendiendo a tomar otros caminos, estamos aprendiendo a conocernos, estamos aprendiendo a conocer cuál es la vía que más nos conviene. La preocupación por el éxito acarrea el miedo al fracaso y a cometer errores. Empieza a ver esos errores como oportunidades, siempre, aún en las situaciones más difíciles,  las hay.  Abre los ojos, TÚ DECIDES.
Te voy a contar algo que a mí me resultó sorprendente y mágico: todo aquello que se aprende puede desaprenderse,  ahora es el momento de aprender nuevos comportamientos más adaptativos que nos hagan más felices. Esta es la magia, no dependemos del exterior para sentirnos bien (eso sería realmente terrible) somos nosotros mismos los que tenemos la llave para empezar a cambiar nuestra manera de ver la vida.

¿Te atreves a ser tú mismo?