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viernes, 29 de junio de 2012

Pérdida y Felicidad


Un querido y prestigioso colaborador de nuestro blog, Juan Manzanera, nos deleita  con este nuevo artículo. Resulta díficil no sentirse identificado con sus palabras. Éstas describen sensaciones, con frecuencia dolorosas, experimentadas por casi todos, al tiempo que nos señala una dirección hacia esperanza.

En el apartado de enlaces, podeis acceder tanto a su web como a su blog.

 Cuando pierdo algo que tenía suelo añorarlo. Entonces, me pesa eso que ya no tengo y me cuesta apreciar lo demás. A veces son pérdidas importantes como cuando pierdo un ser querido, otras no tanto; pero suele suceder lo mismo, me quedo atrapado en la experiencia de pérdida. En ocasiones las pérdidas se acumulan y todo se vuelve más difícil. Con esta crisis económica veo que pierdo independencia económica y poder adquisitivo, y veo que pierdo mi estilo de vida. Veo que mis amigos pierden ilusión y alegría, y eso es una pérdida para mí. Pero constantemente, a lo largo de la vida, estoy perdiendo algo.

 En estas circunstancias me descubro que mi atención se va a lo que me falta, a lo que tuve. Mi atención se va a esas pequeñas privaciones que se acumulan amenazando con convertirse en grandes vacíos.

 Pero aquí es donde me detengo. Me paro en seco y quiero ver que tengo otra elección. Siempre tengo la libertad de elegir qué atender en mi vida. Si me ofusco con lo que ya no tengo pierdo energía, vitalidad y esperanza, pero si doy un giro a mis pensamientos puedo vivir de otro modo.

 Las tradiciones espirituales dicen que el bienestar y la plenitud residen en el conocimiento de la propia esencia. Lo cual resulta muy esperanzador porque lo esencial nadie te lo puede quitar ni puede perderse. Los psicólogos, por su parte, anuncian que sus estudios señalan que la felicidad se halla al menos en tres variables, establecer relaciones positivas, encaminarse hacia logros personales y desarrollar hábitos cognitivos positivos. De nuevo, también ellos coinciden en que el bienestar es independiente de las pérdidas y puede propiciarse.

 Desde una perspectiva o desde la otra, me dicen puedo sentirme bien y contento si soy capaz de controlar mis pensamientos y tendencias. Al recordar esto es cuando tengo que tomar una decisión: ¿quiero ser feliz o no?

 Sentirme bien supone dejar de prestar atención a lo que pierdo y enfocarme en otra cosa. Sin embargo, esto no significa entrar en un optimismo ingenuo e ilusorio, sino observar cosas que están sucediendo en mi vida que tienen que ver con lo positivo.
 Si escucho a los psicólogos lo que hago es esforzarme por establecer relaciones positivas con las personas que me rodean. Me comprometo a ver todo lo que recibo de los demás y a sentirme agradecido, a dar más valor a la armonía en mi entorno que a mis deseos personales, a responder con compasión ante los abusos y atropellos de unos pocos, o a dar menos importancia a las agresiones de los demás. Procuro cuidar las relaciones y hacer que sean de calidad.

 También, los psicólogos me dicen que trabaje mis metas personales. Objetivos como potenciar mis cualidades, usar mis fortalezas a menudo, apreciar la vida, comunicarme mejor, o estar al servicio de algo más importante que yo, me llevan a la satisfacción y la plenitud.

 Por otro lado, las tradiciones espirituales me muestran el camino hacia una esencia que es invulnerable a las agresiones y contrariedades de la vida. Tal vez nunca llegue, pero el camino en sí ya me trae el bienestar que quiero para mi vida. Compruebo que sólo caminar en esa dirección ya resulta satisfactorio y gratificante. Entonces, cuando escucho mi silencio meditando, vivo conscientemente los momentos cotidianos, ablando mi relación con el dolor y suavizo la creencia en mi individualidad, empiezo a remontar y planear libremente por encima de las dificultades, y recupero la luz que siempre soy.

 Todavía me duelen las pérdidas y todavía siento el pesar de la ausencia, pero ya no me entretengo en ello.

 Puedo elegir, esto es lo que necesito recordar. Siempre habrá situaciones difíciles y personas dañinas, siempre habrá ambición, resentimiento e ignorancia a mi alrededor, y todo esto me afectará pero puedo ser fiel a mí mismo y decidir pasar por la vida -que pasa tan rápido- haciendo que haya valido la pena haber nacido.

Juan Manzanera

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