Asesoramiento y Terapia Psicológica

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sábado, 23 de febrero de 2013

Pesimismo defensivo versus Optimismo Ilusorio

Todo nuestro mundo parece girar en torno a la toma de decisiones dicotómicas: "O soy el más listo o rematadamente tonto", "O soy la más guapa o la más horripilante del lugar", "o playa o montaña"... y así la lista puede hacerse interminable.

¿Qué es mejor, ser optimista o pesimista?.

La respuesta a simple vista parece obvia, pero detengámonos un momento y pensemos en la respuesta más despacio.

Hace unos días...,
después de leer un artículo titulado  el lado negativo del optimismo, publicado tiempo atrás en el Diario El País, nos plantea  ciertas dudas sobre la idoneidad de adherirnos de forma absoluta a una de estas dos categorías.

Tanto el pesimismo como el optimismo representan formas de entender la realidad que en ningún modo se presenta como única o verdadera. En ambos casos las personas
 hacen interpretaciones o generan expectativas, y unas y otras tienen el mismo grado de especulación. 



Los resultados de la mayoría de los estudios científicos elaborados para tal fin, han señalado que tener una actitud positiva ante vida y ante los problemas, es más beneficiosa para el individuo tanto a nivel físico como psicológico.

Siendo esto así, es interesar señalar, no obstante, que existe una variante del pesimismo llamada pesimismo defensivo. Este modo de ejercer el pesimismo no parece tan negativo como a primera vista pudiera parecer.

Las personas que mantienen esta actitud se preparan psicológicamente ante la posibilidad de futuros fracasos,  de modo que saben encajar mejor las posibles frustraciones y dificultades que pudieran presentarse. En consecuencia, los efectos negativos de tales circunstancias son menores, pudiendo superar antes los momentos difíciles y logrando una mayor capacidad de adaptación.

Continuando con la paradoja, pertenecer al grupo de personas que practican un  positivismo ilusorio no es tan beneficioso como a primera vista pudiera parecer. Al mantener esta actitud, se está impidiendo percibir y elaborar de forma realista la situación. El individuo no se implica en la resolución de sus problemas "confiando en que las cosas se arreglaran por sí mismas" encontrándose al final con un problema aún mayor  del que tenía en principio:  "no pasa nada, todo se solucionará" "seguro que no es grave", "a mí no me ocurrirá nada malo": No querer ver, impide poner en marcha la búsqueda de soluciones adecuadas.

Es importante mantener una actitud positiva ante la vida, pero aún mejor es mantener una actitud realista y de confianza en nuestra propia capacidad para hacer frente a los problemas y adversidades que se nos plantean. Realismo y confianza en nuestro potencial  son ingredientes básicos para superar con éxito cualquier infortunio. Sin conocimiento objetivo de la situación no podremos fijarnos nuevos retos; con realismo y confianza  podremos buscar, elaborar y poner en practica todas aquellas conductas que nos guíen hacía la obtención de nuestros objetivos.

Seamos optimistas sin olvidar tener los pies en el suelo.

 ARpsicología

2 comentarios:

  1. Al leer el artículo, acabo de poner nombre a mi pesimismo. Ahora me doy cuenta de por qué no me parecía tan malo.

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  2. Muy de acuerdo con el texto. Me recuerda la frase aproximada de Gramsci 'ante el pesimismo de la razón hay que oponer el optimismo de la voluntad', anclando ambas ideas...
    En estos tiempos duros, de desmoronamiento del mundo que conocíamos, para mí es inevitable esa racionalización pesimista de la realidad circundante, lo que no es óbice para que, día a día, intente disfrutar con el sol, la nieve, las personas... la vida, en fin, y, pese a todo, oponer voluntad de acción ante las dificultades.
    Sin embargo, he de reconocer que me cuesta, a veces, mucho.

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